Editorial
Fuente: Imagen tomada de freepik.
En temas
de salud tenemos al menos dos grandes retos: 1. Intervenir los riesgos que causan hoy la mayor discapacidad y muerte en Colombia y 2. enfrentar la presión
tecnológica; ambos como factores que amenazan la sostenibilidad financiera del
sistema. El
primero por una mayor demanda de servicios de todo tipo (sanitarios y
sociosanitarios) y el segundo por una oferta de nuevas tecnologías de alto
costo.
Afortunadamente,
hoy sabemos cuáles son muchos de los factores de riesgo de enfermar (no se
necesita conocerlos todos para impactar significativamente la incidencia de
nuevos casos de una enfermedad), así como también hemos sabido apropiar algunas
técnicas para evaluar la costoefectividad de las tecnologías. Sin embargo, los
retos enunciados siguen sin resolverse y, al parecer, lo que no se define por
la mediación de un juez, termina generando nuevas leyes y normativas, cada
intento con la esperanza de que esta vez sí lograremos poner en orden al
sistema.
Ni el
proyecto de Ley 010 de 2020 ni nada lograrán las transformaciones de fondo que
requerimos si no se entiende que
los problemas que tenemos, y en concreto los retos que hemos mencionado antes,
solo se pueden superar a través de la innovación y capacidad innata de
afrontación que tenemos los profesionales e instituciones. Y que, aun siendo
comunes a todos los mismos desafíos, cada punto de nuestra geografía, población
e institución configura una identidad diferenciada que amerita una propuesta de
solución apropiada a su realidad y expectativas.
El
problema no es entonces cuáles son los factores de riesgo de enfermar (porque
ya los sabemos), sino como los reconozco e intervengo para prevenir sus efectos
sobre la salud. Así mismo, además de evaluar las tecnologías, me interesa saber
cómo mejoro su disponibilidad y acceso por cada geografía y segmento de la
población que se beneficia de ellas. Al tiempo que proveo de la formación
continuada necesaria a los profesionales de salud para que opten por las
mejores alternativas disponibles en cada lugar.
Así,
las reformas que se diseñen de nuestro sistema de salud deben siempre
contemplar los mecanismos para que cada profesional, institución y zona
geográfica diseñe e implemente sus propias soluciones bajo unos principios
rectores, estos sí comunes a todos. Los mecanismos deben respaldarse
presupuestalmente para que los procesos de mejoramiento e innovación sean la
forma natural de responder a los desafíos cotidianos y estructurales del
sistema.
En
conclusión, mi llamado es a permitir que cada actor cuente con las herramientas
para crear sus propias soluciones, a través de una cultura de innovación que se
favorezca por la propia Ley, sistemas de financiación y el ecosistema de
ciencia y tecnología del país. Es un llamado a crear una política sostenible de
I+D+i que incentive la formulación de soluciones para el sector motivadas desde
el propio sector salud.
2 Comentarios
Hola Abel He leído tu blog y es un espacio de discusión importante espero poderlo frecuentar más.
ResponderBorrarMagdalena, gracias por dedicarle tiempo al blog. Estás invitada a construir contenidos también y a echarle una pensada a temas nuevos. Saludos.
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